“Esto de la retinosis fue bien fuerte de aceptar y llevar por mi madre, pero ella, yo no sé de dónde sacó fuerzas y luchó por mí, bueno, si lo sé, Dios se las dio como se las da a las mamitas”.
Estas palabras de la cantautora católica costarricense Silvia Rodríguez son solo parte del testimonio que refleja a una mujer triunfadora que supera toda clase de barreras para ser hoy “un instrumento para evangelizar” como ella misma se identifica.
Tan solo tenía tres meses de edad cuando perdió a su papá en un accidente y fue su madre quien hizo labores de estudiante, trabajadora y madre para sacar adelante a su hija.
Por ser maestra, la mamá de Silvia se dio cuenta que ella tenía un problema en la vista, pues no seguí el chupón o los juguetes.
Retinosis pigmentaria, una degeneración progresiva de las células de la retina fue el diagnóstico para una niña que igual debía ir creciendo, estar en la escuela, en el colegio… desarrollarse.
Pero, es solo parte de la historia. Su carta de presentación es su fe y el empeño y profesionalismo con el que se desenvuelve en el escenario para cantar y anunciar el Evangelio.
-¿Cuéntenos cómo es esa infancia en momentos en que perdía a su papa y cómo fue el apoyo de su madre?
Es valiosísimo lo que recibas de tu padres. Es básico para lo que luego vas a realizar como ser humano. Fue una bendición que Dios me mandara a esta casa con mis padres. Me cuentan que mi papá fue un ser humano estupendo, filólogo, político, le gustaba la psicología. Mi mamá es maestra, y cuando mi papá fallece en un accidente ella termina de estudiar, trabaja al mismo tiempo y nos vamos a vivir con mis abuelos maternos, pero ese apoyo de mi mamá es básico y es lo que ayuda para que uno se forme en la vida.
-¿Qué fue lo más duro en el desarrollo de la infancia?
Tú no puedes jugar, “cuatro ojos”, burlas porque me tenía que acercar al cuaderno para ver mejor, clases en las que no podía hacer casi nada como artes plásticas y otros casos similares en una época con demasiados prejuicios hijos de la ignorancia; pero los niños tienen una gran capacidad de adaptación.
-¿Y la adolescencia?
Era una adolescente nada feliz, mi adaptación en el grupo de companeños que es tan importante en esa etapa de la vida, estuvo bajo 0, porque un poco los prejuicios, y otro la autoestima que andaba por los suelos, hicieron la mezcla perfecta para que yo estuviera confundida, irritada sin entender bien por qué. Estudié en el Colegio María Auxiliadora, y sí hubo una experiencia que marcaría mi vida, en octavo año. Todos los viernes había misa y siempre iba sola, pero un viernes no fue igual, al momento de la consagración sentí a Jesús que me hablaba y me decía ‘te amo’. Y aunque no me acerqué mucho después de eso, siempre recordaría lo que me había pasado.
-Pero, ¿sí hay un cambio?
A mí siempre me gustó la música, recibí clases de guitarra, escribía canciones y participaba en festivales marianos más por un deseo de escribir y tocar guitarra que por un acto de fe. Ya, con el tiempo, para una Semana Santa en 1991, me decido a creer a abandonarme en Dios. Incluso hubo momentos en que me preguntaba si Dios existía o si estaba realmente en la Santa Hostia, algo de lo que hoy estoy complementa segura y nadie me quita ni de la mente ni de mi corazón.
-¿Cómo decide ser cantautora católica?
Dios revela la verdad cuando con humildad se buscan las respuestas. Yo decido abandonar todas mis dudas, todas mis inquietudes, todos mis resquemores al respecto. Hay cosas que impiden darte a esa fe y decido creer en él y confiar. Es un camino donde Dios es muchas veces muy curioso. Yo daba clases de música y es cuando la gente empieza a invitarme a animar rosarios, misas, actividades. Con mucha sutileza é me fue llamando.
-¿Qué sensación tuvo cuando dio el paso?
Sentía aquel llamado, parecía una locura dejar todo tirado por cantarle a él. Hasta un préstamo me hice en aquellos tiempos, para comprar un equipo y poder servir en los Templos pues me daba cuenta que en algunos no había buena infraestructura para el audio. Tomo la decisión una manera más definida y firme para servir y cantar en casas, comunidades, como lo hago hasta la fecha.
-¿Es un Ministerio de mucho sacrifico?
Tendría uno que vender muchos discos y no es tan fácil la verdad para poder decir que no hay sacrificio. El sector al que uno llega no es tan grande. Pero, la evangelización es importante a través de las canciones y genera cambios importantes en las personas.
Es un proceso que se ha venido gestando, ya no solo el Ministerio mío si no otros se han ido desarrollando y perfeccionando en sus trabajos. Es un Ministerio de mucha entereza, de mucha fe, de mucha ilusión, a veces cuesta arriba, a veces cuesta abajo.
Pero, si crees que eres solo un instrumento para evangelizar te da la tenacidad para continuar y servir con alegría.