Cuarenta años se dicen fáciles, pero en temas de proyectos y desarrollo de organizaciones, simbolizan mucho por destacar: trabajo arduo, esfuerzo, sacrificio y sobre ponerse a las adversidades; aunado a la constancia y capacidad de permanencia, así como asumir nuevos retos.
Estos son tan solo algunos de los méritos alcanzados por la Organización Cultural Amubis, que se convirtió en la ganadora del Premio Nacional de Gestión y Promoción Cultural 2016, que otorga el Ministerio de Cultura y Juventud.
Esta organización nació en 1977, en la comunidad de Tejar de El Guarco, en Cartago, como respuesta a las inquietudes e iniciativas de un grupo de jóvenes por contar con un espacio de expresión, convivencia y entretenimiento a través del desarrollo de actividades culturales, que involucraran a los miembros de la comunidad.
Ricardo Camacho, sociólogo y gestor cultural y su esposa, Sonia Navarro, fueron parte de los fundadores y miembros activos de la organización. Actualmente son dirigentes de este proyecto, que durante cuatro décadas ha visto pasar más de tres generaciones que se identificaron con esta iniciativa y luchan ad honorem por la gestión cultural de esta comunidad a través del trabajo en la organización.
Presentamos entrevista con Ricardo Camacho, con el objetivo de conocer más acerca del trabajo realizado por esta agrupación y la relevancia de convertirse en ganadores de este reconocimiento. A continuación, un extracto de esta entrevista.
-¿Cómo se gesta una iniciativa como Amubis?
La organización se formó en 1977, eran otros tiempos, otras coyunturas históricas y sociales; éramos un grupo de jóvenes ansiosos por reunirse y compartir; así como por tener espacios alternativos de esparcimiento. Amubis nació como un grupo juvenil cristiano, apegado a labores comunales y como una iniciativa del sacerdote de la comunidad.
No había expectativas de que la organización llegará o perdurará hasta llegar a 40 años. En ese momento, cuando se creó, solo pensábamos en reunirnos para hacer algo por la comunidad.
Poco a poco nos adentramos en ciertos contextos, a partir del teatro. Empezamos a conocer y a entender el mundo de otra forma; ya no como una cuestión tan local sino como una ‘cosmovisión’ más global.
Eran épocas difíciles: guerras en Centroamérica, dictaduras militares; que de una forma u otra, cada quien 2buscaba cómo capitalizar. La iglesia tampoco fue ajena a esto y quería llevar ‘agua a sus molinos’ con el tema juvenil; veníamos de una época de mucho movimiento juvenil, como era la década de los sesenta y los setentas.
A partir del teatro comenzamos a tener esa visión y un compromiso más social de pensar en qué pasa alrededor. Siempre hemos tenido una corriente política e ideológica progresista, por lo que no estamos alineados a un partido político.
Tenemos una inclinación a través del arte como herramienta de transformación social, de denuncia; así como un mecanismo para convocar audiencias y decir cosas que nos incomodaban o en las que queríamos participar y que de alguna forma, a partir de un espacio pequeño, queríamos transformar.
Aunque no entendíamos muchas situaciones del entorno, talvez porque éramos gente joven, reaccionamos a ciertas señales, como el tema del ‘amor y paz’, la música, las artes, y esos fueron temas que permearon en la organización, en cuanto a los motivos inmediatos para reunirse.
-¿Cuáles considera son las principales características que permiten que esta organización se mantenga en constante evolución?
En mi percepción, los elementos que nos han permitido permanecer en el tiempo es tener una relación -como matrimonio y dirigentes- como pilar de la asociación; ya que nos genera una sinergía de trabajo especial. Además de establecer un centro de trabajo propio, un lugar donde hacer teatro, donde convocar gente, el tener una especie de ‘hogar’.
Sin duda tenemos que hablar del teatro. Tenemos el grupo de teatro comunal más antiguo de este país y que aún permanece; eso también nos ha dado el hilo conductor. Por supuesto que el Festival Amubis también tiene un peso, ya que es un espacio ganado en la comunidad y es permanente. Contamos con el apoyo y aporte de otros actores culturales, como en el tema de la música, por ejemplo, el movimiento de la nueva canción costarricense que encontró un espacio permanente en esta comunidad.
En cuanto al teatro y la danza, tenemos un taller de danza permanente desde 1998, en el 2015 fuimos beneficiados con Puntos de Cultura, programa de la Dirección de Cultura del MCJ, que nos permitió mantener 120 niñas y jóvenes e incluso jovencitos, en diferentes talleres de danza. Nos ha costado un poco el eliminar el estigma respecto a la danza para niños, ya que no es tan sencillo para una comunidad que todavía es muy conservadora.
Tenemos un proyecto hijo de Amubis que es “La Cabuya Cuenta”, que es un proyecto de rescate de la tradición de la cabuya, que está a cargo de mi esposa y con un maestro portador de tradición. En ese mismo marco también se inició con los talleres de identidad junto a la Dirección de Cultura del MCJ, hace unos años y de ahí se conformó el grupo que aún se mantiene.
Este grupo está integrado por señoras que a partir de la cabuya, como un proyecto de identidad del cantón de El Guarco, elaboran diversos productos artesanales, participan en ferias y tiene una dinámica de trabajo permanente entre las señoras y el maestro portador.
Así como el proyecto más conocido de esta organización, el Festival Amubis, un proyecto que se realiza anualmente con el apoyo de las instituciones públicas como la amubis3Dirección de Cultura, el Teatro Popular Melico Salazar, el Centro de Producción Artística y Cultural del Ministerio de Cultura y Juventud; así como de empresas y organizaciones privadas, principalmente nacionales. En su edición 2017, este festival tuvo nueve días de actividades, con más de 60 espectáculos realizados en la tarima; así como las actividades periféricas y complementarias, como exposiciones de arte, juegos recreativos.
Lograr amalgamar y llevar una manifestación artística a un espacio que puede ser popular pero también que hace aportes a la cultura y la identidad de los pueblos; nosotros hemos logrado llevar actividades populares a las comunidades dentro de un contexto cultural. En este sentido, el espacio que se ha abierto en San Isidro de El Tejar logramos mezclar los aspectos de lo popular y lo cultural. Para mí, Ambuis ha sido un proyecto de vida.
-¿Cuál es el cambio más significativo que ha visto a través de estas cuatro décadas, respecto a la dinámica social y cultural de las zonas en donde desarrollan sus proyectos?
Para nadie es un secreto que estamos lidiando contra varios monstruos: la tecnología, el tema mediático, el consumismo, las redes sociales, las tendencias culturales que vienen de afuera, que nos permea y de la cual ni siquiera las personas más adultas estamos ajenas a eso.
Aunque el espacio se mantiene, en el caso del festival, sí hemos notado una baja de participación de ciertas actividades por parte de las generaciones más jóvenes, porque los niños ya no juegan tanto. Ahora los niños y niñas de 11 o 12 años de edad se consideran ‘más grandes’ y no quieren jugar o pasan al pendiente de la tecnología, de pasar tiempo con sus celulares o tabletas.
Otro tema también importante es que antes los chiquillos salían a la calle con más libertad. Recuerdo cuando uno tenía 8 años y llegaba a la casa en la tarde y los papás no se preocupaban porque sabían que no había peligro. Ahora los niños, si el papá no tiene tiempo para sacarlos, ya no pueden salir; las mamás prefieren que estén en la casa entretenidos con la tableta a que salgan a jugar. Tal vez el niño quiera salir a jugar, pero ya esa concepción no es viable por el tema de la seguridad.
Esto no deja de preocupar por ser un problema de un contexto social. En nuestro caso, al menos tenemos la oportunidad de ofrecer los espacios del festival y de la asociación; con eso considero que estamos aportando un granito de arena para el disfrute de la comunidad. Lamentablemente, muchas comunidades no tienen estos entornos, ni las facilidades.
Otro punto han sido las dificultades en el aspecto económico para desarrollar y gestionar; no es sencillo venderle a un patrocinador un festival cuando se supone que todo patrocinio busca un redito económico. Ha sido difícil; sin embargo, hemos luchado y aún estamos. El futuro es incierto, como hace 40 años los muchachos que se reunieron ahí no tenían ni la menor idea de si iban a durar un año o no, no sabemos qué puede pasar de acá en adelante.
Continuamos trabajando fuertemente con temas de arte, talleres y aportando también colaboración a otras comunidades del país mediante giras a otras localidades. Por ejemplo, hemos trabajado durante mucho tiempo con la Península de Osa con el tema del parque Corcovado, con las zonas de protección en la zona de Bahía Drake, además de temas en cuanto a gestión cultural.
-¿Qué significa para la organización alcanzar cuatro décadas de trabajo, acompañadas de un reconocimiento como el Premio Nacional de Gestión y Promoción Cultural 2016?
Con el tema del premio, pienso con toda honestidad que es un reconocimiento que se hace por el esfuerzo al trabajo que hemos hecho y porque es importante que se conozca la labor que se hace en las comunidades.
El premio es un reconocimiento que nos alegra mucho obtener y que se haya valorado el trabajo objetivamente como un compromiso que ha mantenido la organización en el tiempo, hacia la cultura, hacia la gestión cultural, la promoción y el arte.
Por otro lado, sí es un compromiso, pero también tenemos que pensar que el premio es por un trabajo realizado, no por un trabajo a futuro, siempre es bueno hacer esa salvedad. Lo importante es que la experiencia se pueda replicar o que sirva de ejemplo desde el punto de vista metodológico o como de iniciativa para otros proyectos o comunidades.
-¿Cómo se puede motivar a otras organizaciones comunales a replicar esfuerzos realizados por Amubis, en beneficio de los diferentes cantones o zonas del país?
Mi criterio es que hay circunstancias específicas y que no podríamos aplicar un modelo estándar, porque no todas las organizaciones tienen la iniciativa de un matrimonio que se identificaron con una causa y unos objetivos; y en el cual los dos participan igual y tienen una red de personas que los apoyan.
Las circunstancias de las organizaciones son diferentes, hay grupos que nacen con un objetivo claro, incluso diferente a nosotros. Podría pensar en ciertas metodologías de trabajo de gestión para períodos cortos, pero pensar en una metodología para que una asociación dure 40 años, eso es muy difícil.
Creo que sí hay muchas experiencias que pueden ser tomadas y de hecho hay muchas organizaciones que han aplicado el modelo. Por ejemplo, la Fundación KEME en Alajuelita, que ha declarado abiertamente que su iniciativa con base en la experiencia de Amubis.
Por otra parte, estamos trabajando con la Universidad Estatal a Distancia un documento de sistematización y como una metodología de toda nuestra experiencia, con la que UNED elaborará el libro de todo este trabajo. Esperamos que ese libro en alguna medida sirva para eso, como una especie de guía para que la gente pueda decir: de esta organización tomaremos este o ese enfoque.