Por Azalia Chacón Bogantes
Lic. Educación Pre-escolar
Sería lógico que las personas se preocuparan y ocuparan por preservar el medio donde vive. Sin embargo, en las sociedades actuales se tiende a restarle importancia al entorno, se tratan de minimizar los daños ocasionados por la mano del hombre o incluso se anteponen intereses personales ante el valor del bien común.
Es así como se aprecian escenas desagradables, en las cuales se evidencia el maltrato, descuido y desinterés por los recursos naturales. Todos los días se presentan ejemplos concretos, como el lanzamiento de basura al caudal de los ríos, la tala de árboles sin planificación, el maltrato a los animales e incluso la extracción de especies nativas de diferentes ecosistemas.
Howard Gardner (Psicólogo e Investigador estadounidense), específicamente en lo que se refiere al término “Inteligencia” propone su Teoría de las Inteligencias Múltiples, mencionando 7 tipos de inteligencia.
En 1995 agregó: La Inteligencia Naturalista, o también llamada “de facilidad de comunicación con la naturaleza”, la cual consiste en “la percepción y entendimiento del entorno natural estableciendo relaciones entre varias especies, grupos de objetos y personas”.
Quienes poseen este tipo de inteligencia desarrollan y ejercitan una serie de características como la observación, el interés por las especies y el abordaje de los ciclos vitales de la flora y la fauna.
Por lo tanto, en realidad cada quien aplica La Inteligencia Naturalista al reconocer las plantas, animales, elementos y personas del entorno natural. Además, muchas veces se da una percepción de las causas y efectos que provocan los comportamientos humanos que se puedan dar a futuro.
Entonces, los responsables de valorar, amar y preservar la naturaleza está en cada persona. Los adultos (padres de familia o educadores) están llamados a crear en los niños -desde temprana edad- actitudes que sensibilicen, posteriormente desarrollen el amor por la creación de Dios y que contribuyan a hacer conciencia de la necesidad de cuidarla.
De esta manera, se garantizará su vida y la de los demás. Difícilmente, si alguien no valora lo que tiene puede llegar a amarlo, ni mucho menos tampoco se inquiete por cuidarlo; algo que no se aprecia, no se quiere ni se preserva.
Descubriendo la naturaleza, el niño y la niña, aprenderán una serie de valores como el respeto, la responsabilidad, la cooperación y amor ante su medio ambiente.
La tarea es ardua. Requiere compromiso y disposición de parte de los involucrados. Se debe ser constante y perseverante para apreciar los frutos de este proceso. La práctica continua y ejercitación de espacios de concientización posibilitarán que los niños se conviertan en hombres y mujeres responsables con su entorno y con los demás.
MANOS A LA OBRA
Sugerencias para desarrollar Inteligencia Naturalista. Recomendable realizar esfuerzos conjuntos entre escuela y hogar.
- Sea un modelo de amor y cuidado para con el ambiente.
- No solo hable, sino realice acciones tangibles y visibles que sean testimonio vivo para los niños.
- Realice paseos en familia a entornos naturales como parques, granjas, volcanes, refugios de vida silvestre y zoológicos. Describa con los más pequeños lo observado y propicie una conversación acerca de la importancia del lugar.
- Brinde a los niños una mascota para que asuma responsabilidades acorde a su edad como la alimentación, el baño, el cuidado veterinario y de esta manera pueda hacerlo participante del proceso de crecimiento y desarrollo de un ser vivo.
- Participe en campañas comunales que promuevan la siembra de árboles y la limpieza de ríos involucrando a los niños.
- Fomente el reciclaje y la separación de la basura desde la casa.
- Invite a los niños a aprovechar al máximo materiales reciclables y a utilizarlos nuevamente en el hogar de acuerdo a las posibilidades, pues se contribuye a evitar la acumulación de desechos.
- A nivel de escuela, un animal pequeño como por ejemplo: un pez o una tortuga, el cual funcionará como mascota que estará a cargo de todos los estudiantes del aula, es un recurso de gran utilidad.
- Con la guía del maestro, se distribuyen las funciones entre los niños que garantizarán la conservación del animal.
- Intégrese a actividades escolares cuyo fin sea la separación de la basura que se genera en la institución educativa, por medio de la clasificación de desechos: biodegradables, reciclables (reutilizable) y no reciclables.
- Construya una pequeña huerta que sea cuidada por los niños con supervisión de un adulto. Para este fin se utilizarán los sobrantes biodegradables como cáscaras de vegetales generados en la cocina de su casa.
- Elogie cuando se da un uso adecuado que favorece el ahorro de los recursos como el agua y la electricidad.