En el mes de la Patria y de cara a la celebración del Día del Niño, Monseñor José Manuel Garita, Obispo de Ciudad Quesada, mostró su sensibilidad y preocupación por la situación de maltrato que va en crecimiento en contra de los niños de nuestro país.
Con una carta titulada “Los niños, los preferidos de Jesús”, el Obispo pone especial atención a la cifra de 60 niños que por semana atiende el Hospital Nacional de Niños, cifra que se ha redoblado con respecto al año anterior, por casos de maltrato.
“¿Qué pasa con los adultos, y más gravemente aún, qué ocurre con los propios familiares que descuidan, maltratan, agreden y que incluso hasta matan a sus niños? ¿Qué está reflejando esto sobre el estado de nuestra sociedad y de nuestras familias?”, declaró Monseñor Garita.
A ejemplo de Jesús, el Obispo ha acuñado una frase: “los niños son los preferidos de Jesús”, y esto, señala, “porque ellos son los más pequeños, los más débiles e indefensos. Son los preferidos del Señor por su inocencia, sinceridad, candidez y bondad. Jesús los prefiere porque son dóciles, abiertos y atentos”.
Por eso hace un fuerte llamado a los adultos, para que prefieran a los niños como lo hace Jesús, “porque ellos son la esperanza y el futuro de la Iglesia y de la Patria. Debemos preferirlos para amarlos y cuidarlos, para protegerlos y hacerles el bien, para abrirles mejores oportunidades de frente a situaciones con rostros dramáticos de pobreza, abandono e indiferencia, problemas emocionales y afectivos, abusos, maltratos e incluso explotación de los más pequeños y vulnerables”.
Dijo el Obispo que mucho se puede hacer por la niñez, entre estas cosas: “dedicar tiempo y atención a nuestros niños para conocerlos y escucharlos, para saber quiénes son sus amigos y sus compañías, para estar alertas de los peligros y amenazas que los asechan, para no dejarlos automáticamente a expensas de la tecnología”.
También hace llamado a los niños
Monseñor José Manuel Garita dijo que también los niños pueden hacer mucho por ellos mismos.
De esta forma, expone en su carta, su solicitud: “Que los niños que están conociendo a Dios pudieran llevar el anuncio del Evangelio a los niños que no conocen de Dios y de la Iglesia. Que los niños que no trabajan, pudieran ayudar a los niños que se ven obligados a trabajar”.
Agregó: “Que los niños que tienen familia, acompañen y se acerquen a los niños que no cuentan con familia estable y que muchas veces viven solos. Que los niños que tienen más posibilidades materiales, sean solidarios y caritativos con los que no tienen ni siquiera lo necesario para vivir dignamente. Que los niños nacidos, protegieran a los no nacidos mostrándose siempre a favor de la vida. Que los niños sanos y fuertes, cuidaran con interés y amor de los niños enfermos y desvalidos. Que los niños que tienen techo y hogar, pudieran acoger y ayudar -de alguna forma- a los niños de la calle que viven en medio de peligros como el hambre, la violencia, la droga, el abuso sexual, etc”.