El miércoles 27 de mayo, Melvin Méndez subió al escenario; no lo hizo para marcar una escena o llamar la atención del elenco sobre algún detalle, como regularmente lo hace cuando dirige una obra de teatro, lo hizo para recibir, de nuevo, un premio por su trabajo.
El jurado a cargo de seleccionar el Premio Aquileo J. Echeverría en Dramaturgia, 2014, determinó que el trabajo de Méndez en la obra Emergencia en el Castillo Azul (octubre 2014 y febrero 2015), “se retrata la realidad nacional y con su constante creación literaria le hace un aporte importante a la dramaturgia costarricense, tomando realidades cotidianas para llevarlas a escena a favor de un teatro contestatario”.
El autor, quien se dedica a la docencia en comunidades y en el Taller Nacional de Teatro, entidad del Ministerio de Cultura y Juventud, afirma que este galardón lo recibe con alegría y humildad, “orgulloso de que en mi país se premie el trabajo de los costarricenses”.
Actualmente, trabaja en bocetos de lo que podría presentar en el futuro, pero afirma estar disfrutando del momento que ha tenido la obra que le valió el máximo galardón que otorga el Estado costarricense en Dramaturgia. Además, prepara la próxima puesta de una de sus obras: Un Viejo con Alas, que un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional llevará a los escenarios en septiembre próximo.
El autor de Eva Sol y Sombra, considera que el premio es un espaldarazo positivo a todo el trabajo dramatúrgico que se viene desarrollando. “Para mí y para los compañeros que vienen escribiendo temática costarricense, es un apoyo al trabajo que hacemos desde el sector independiente, el que uno hace con las uñas, desde sus recursos. Escribí esta obra desde una posición absolutamente personal y la llevé a escena con mi grupo de teatro, por eso este premio para mí es tan importante”.
La puesta en escena se compone de dos obras dramatúrgicas, Ya lo pasado, pasado y Emergencia en el Castillo Azul, que es la que le da el nombre. ¿De qué trata la puesta que le valió la decisión positiva del jurado a este autor nacional? Conversamos con el dramaturgo, quien nos comentó detalles de su trabajo y su visión de lo que se realiza en el país, en el campo de la creación literaria teatral.
– ¿Cómo surge la inspiración para escribir la pieza dramatúrgica?
Ya lo pasado, pasado, habla específicamente de las penurias que viven, fuera de San José, los sectores obreros más desprotegidos del gremio de la construcción. He visto ese tipo de situaciones en lugares como Pérez Zeledón y en otras zonas que están luchando por salir adelante y como la mano de obra se ha venido abaratando por distintas razones. Toda esa explotación me llamó mucho la atención.
También escribí esta pieza teatral, desde un lugar que es para mí muy importante, la ideología. Me crie en un hogar en el que mi padre, Buenaventura Méndez, era un hombre de izquierda; con una fuerte convicción de lucha de clases. Esa lucha conforme va pasando el tiempo y por distintas razones, se ha ido desdibujando.
Bernardo Barquero y Juan PorrasPone en escena la historia de enfrentamiento y lucha ideológica, en la que un padre quiere ir a la huelga por las condiciones de explotación que viven, mientras que su hijo, quien se va a casar y por la necesidad, tiene que darle la espalda. Al final el progenitor por solidaridad y amor a su hijo, cede, a pesar de que de alguna manera está dejando parte de su vida.
Esto propone una reflexión, acerca de la obligación de estas personas de dar el brazo a torcer, aunque les duela en el alma, aunque sus convicciones sean tan profundas que no se lo permitan.
Como autor tengo ese sentimiento amargo, al darme cuenta que las luchas sociales se van por el caño en la medida en que hay luchas personales mucho más importantes y difíciles de tragar y, por eso, mucha gente se aguanta condiciones de explotación.
Emergencia en el Castillo Azul surge de la gran pena y el dolor que nos dio a todos los costarricenses la muerte de Parmenio Medina. Lo retrato en un mundo fantástico en el que Mariano y La Mona, tienen éxito con la venta de milagros en la calle y son acosados por el poder “espiritual” y el económico que ejercen tanto la iglesia católica como la iglesia evangélica.
Es un enfrentamiento entre unos corruptos inofensivos y unos corruptos con más poder, que ven una amenaza en un par de indigentes, que tratan de sobrevivir en medio de los tugurios y para ello inventan que venden milagros, que La Mona, es una santa (Santa Lucía) y les va bien. Son dos seres inofensivos, pero le están quitando el negocio al cura y al pastor, quienes en medio de esta ironía y con tal de mantener el poder, toman la decisión de exterminarlos, como la decisión que se tomó con Parmenio Medina.
Para mí como autor, es muy importante plantear esos temas sobre el escenario. Uso otra anécdota, otra historia para decir lo mismo y que la gente saque sus propias conclusiones; el público es muy inteligente y rápidamente pesca las cosas. Busco un teatro que diga, que conmueva, que sacuda a la gente que está sobre la platea, que se ría porque los personajes son absolutamente populares, pero que también se pregunté de qué se está riendo.
– ¿Cuál es el aporte que realizan los dramaturgos que escriben teatro costarricense a la conciencia y la formación de la opinión pública?
Dario Fo, dramaturgo italiano que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1997, al igual que el mismo Lorca, afirmaron que “un teatro que no sacuda, que no incomode, no está diciendo nada”. Estamos llamados a buscar los temas que a la gente le están golpeando y ponerlos sobre el escenario y que se tomen decisiones desde la conmoción que les produce lo que ven.
Hay que ser sarcástico, duro a veces, con el poder, con la corrupción, todos esos temas creo que están siendo abordados, por ahí más tímidamente, otros con más agresividad. Pero estamos llamados a eso, desde cualquier forma teatral, ya sea comedia o realismo. Debemos llegar a esos lugares a donde la gente se sienta identificada.
– ¿Cómo valora el estado de la dramaturgia en Costa Rica?
Bueno hay mucha gente escribiendo, probando nuevos lenguajes. Hay muchos grupos de teatro apostándole a la dramaturgia de nuestros autores. Pero necesitamos que los directores quieran poner nuestros textos y necesitamos una actitud humilde de parte de los dramaturgos, darnos cuenta de que no somos los dioses del Olimpo, sentados en un escritorio determinando que mi obra se haga con punto y coma, no; el teatro contemporáneo implica inmiscuirse como autor en los equipos de trabajo, porque las obras se transforman, cambian, se moldean de acuerdo con las necesidades.
Por ejemplo, con la obra Eva Sol y Sombra yo escribí seis veces el final, a raíz del trabajo que se hizo con el equipo de actores. Hay que entender que el trabajo dramatúrgico es una lectura, pero pueden haber muchas lecturas más. Esta disposición para trabajar con los equipos, entender lo que quiere el director y estar dispuesto a modificar, enriquece muchísimo la dramaturgia costarricense.