Proveniente de una familia de padres muy trabajadores, Melvin Jiménez fue un joven con muchos sueños, aspiraciones y ganas de descubrir el mundo, por ello, dejó su casa en San Juan Sur de Turrialba para emprender lo que él describe como “el viaje más emocionante de su vida”.
Al finalizar su etapa de secundaria, el joven decidió estudiar la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad de Costa Rica, esto motivado por su interés en el tema de la construcción y en parte por el oficio de albañil de su padre, don Guadalupe Jiménez.
Jiménez ingresó a la universidad, y como parte de su programa de estudios, decidió tomar como materia alternativa “Apreciación del Teatro”, sin tener idea de que esa decisión cambiaría su vida de manera significativa.
A sus 29 años, este joven actor cuenta con un total de 26 obras profesionales en las que ha participado desde 2011.
Honesto, solidario en escena, fraternal con sus compañeros, responsable y ético con el trabajo; así se autodefine Melvin Jiménez, acreedor el pasado 25 de mayo del Premio Nacional de Cultura Ricardo Fernández Guardia 2015, en la categoría de actuación, debido a la obra “Ñaque o de piojos y actores”, puesta en escena que se presentó en el marco del Encuentro Nacional de Teatro 2015, el 24 de octubre, en el escenario del Teatro 1887 del Cenac. Previamente en mayo de 2015, el estreno tuvo lugar en el Teatro Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica.
La Oficina de Prensa y Comunicación del Ministerio de Cultura y Juventud tuvo la oportunidad de conversar para Periódico Pura Vida con Jiménez, quien compartió un poco más de la historia de la persona detrás del actor y sus experiencias artísticas.
– ¿Cómo es que un estudiante de Ingeniería Civil reconsidera su vocación y se dedica a las artes dramáticas?
Todo inició cuando tenía 17 años y como parte de una asignación de la universidad. Tenía que ver la obra “La mujer que cayó del cielo”, en la que actuaba María Bonilla.
Esto fue toda una experiencia, empezando por el hecho de trasladarme desde Turrialba a San José sin conocer bien la ciudad; y hasta el punto de formar parte del público y apreciar la obra. Fue una vivencia completamente distinta, cautivadora y, más aún, porque días después, María Bonilla nos acompañó a la clase y nos habló de su experiencia. Así empecé a conocer el teatro y simplemente me encantó.
Nunca pensé estudiar teatro, hasta que un compañero me dijo: “Melvin, ¿por qué no se mete en la carrera?”; él me pagó la inscripción e hice las pruebas y entré a la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de Costa Rica (UCR). Fue así, como después de tres años y medio de cursar Ingeniería Civil, dejé la carrera para dedicarme de lleno al teatro.
– ¿Qué es lo que más le apasiona del teatro?
Para mí, el teatro tiene un valor muy especial, es una disciplina que me genera sentimientos muy puros y profundos: satisfacción, alegría, una energía vital incomparable que me transforma, es lo que me impulsa cada día a hacer mejor las cosas.
Trabajar en esto es estar siempre enamorado; todas las noches incluso en los ensayos, es algo muy satisfactorio. Si con mis actuaciones y obras logro alegrar o cambiar en positivo el día de alguien, esa es mi mayor recompensa.
– Desde sus vivencias, ¿qué considera es lo más complejo de ser actor?
Hay dos partes complejas en cuanto al teatro y al ser actor. Una es que el teatro te absorbe completamente. Pasás tu vida en ensayos, pruebas de vestuario, en lecturas; lo que te dificulta la convivencia familiar. Pero el apoyo que recibo de mi familia, es lo que me motiva a continuar y a valorar mucho más las ocasiones en que compartimos juntos.
El otro aspecto es que, en la mayoría de los casos, es difícil vivir de esto. A veces, hay que tener muchas suerte o toparse con las oportunidades que la vida te da y agarrarlas, aprovecharlas muchísimo y trabajar doblemente para decir:”Yo vivo de esto”.
Para hacer frente a esta situación se debe contar con la creatividad y las herramientas que te permitan salir adelante y no dejarse vencer por el sistema, en el que lamentablemente muchas veces dejamos la cultura y el arte como una de las últimas necesidades o prioridades.
Considero que todos debemos luchar por descentralizar la cultura y hacer posible que cada vez más personas participen de sus diversas expresiones y disfrutar del valor de la cultura.
– ¿De sus interpretaciones, cuáles le han generado un mayor impacto y qué aporte le otorgaron a su carrera?
En general, todas las obras han tenido un grado de importancia significativa en mi carrera, porque han sido procesos llenos de aprendizaje, anécdotas y experiencias entrañables, pero he de destacar dos de ellas.
“Almacenados”, junto a Dionisio Rojas y dirigida por José Pablo Umaña, fue una obra que representó la “patadita” de impulsó a mi carrera y me permitió ingresar a la realidad de la vida en escena fuera del campus.
Jiménez destacó además que de sus obras más recientes, “Ñaque o de piojos y actores”, siempre va a ocupar un espacio especial, por permitirle a él y al grupo Teatro del Público, ser acreedores del Premio Nacional de Cultura 2015.
– Acerca de la obra “Ñaque o de piojos y actores”, ¿qué lo motivó a asumir la producción de esta puesta y qué simboliza para usted obtener el Premio Nacional por su trabajo en este proyecto?
Es la primera obra en la que asumimos la producción como Teatro del Público. Fue la primera experiencia en que nosotros expresamos lo que queríamos decir, asumiéndonos como artistas y como responsables del contenido de la obra.
El esfuerzo realizado rindió sus frutos; tuvimos muy buena respuesta de parte del público y con el tema del premio, se terminó de reafirmar que fue un buen proyecto y que los jóvenes estamos haciendo bien nuestro trabajo. También es un aviso y un aliciente para esa nueva generación de artistas; para que se atrevan a luchar por sus ideales, por transmitir ideas y contenidos.
– Según sus consideraciones ¿cuál es el compromiso artístico que adquiere al contar con este reconocimiento?
El Premio Nacional es justamente eso, un reconocimiento al compromiso, al arduo trabajo y la responsabilidad asumida; la entrega y pasión con la que asumimos un reto tan demandante como fue “Ñaque”.
Ahora, este reconocimiento representa un estandarte, con el cual tenemos que trabajar como punto de partida para la calidad de proyectos que emprendamos de acá en adelante y nos hace comprometernos con nosotros mismos y sobretodo con el público; para ofrecerle obras de calidad, con una mayor entrega. Esto nos motiva a trabajar más fuertemente para generar nuevos públicos.
Sigo trabajando con la misma pasión, con las mismas fuerzas y enamoramiento que siento. Quiero ser parte de las personas que aporten al sector, a generar un mayor interés en el público por el teatro y a mí me encanta cuando alguien viene por primera vez al teatro y queda con la fascinación de esa experiencia. Me encanta lo que hago y la posibilidad de contar con este reconocimiento, ha sido algo hermoso, que se lo dedico a mi familia, a mis compañeros, a mi pueblo y por supuesto al público que nos apoya.
– ¿Cuál considera es el aporte más significativo del teatro a la cultura y a la sociedad?
El teatro es una disciplina muy rica en aportes, ya que además de su fin último que es el entretenimiento, tiene una responsabilidad pedagógica y social como elemento de promoción cultural.
Para mí, el espacio que se crea entre un actor y el espectador, la magia que se crea entre ellos dos, es una energía valiosa y potente. En ese momento, a través de los personajes, podemos abordar diversas temáticas, algunas más fuertes que otras, de manera tal que el espectador pueda evaluar puntos de vista y formar su propio criterio del tema.
En mi criterio, el arte y la cultura siempre serán factores que junto con la educación, humanizan a la gente y la hacen sensible ante lo que sucede a su alrededor. Es vital que como país nos esforcemos por promover más estas expresiones. En estos tiempos realmente necesitamos ser más humanos y conscientes de nuestro entorno y realidad.