Unos rítmicos y alegres pitos y luego: “Hoy mi cantar se sentirá… pues traigo de mi patria sabor tropical, y huelo a mar, arena y sol; pues vengo del Caribe, zona de calor…” Difícilmente alguno puede mantenerse indiferente al llamado que hace esa canción interpretada por Marfil y llena de alegría y sabor latinoamericano. Es porque Marfil, mucho más que una agrupación con larga trayectoria, es un sentimiento.
“Tenían un estilo particular, único en relación con los grupos de aquella época; y cuando sonaba ‘Represento’ uno sentía esa música en todo el cuerpo”, expresó Marielos León al recordar la década de los ochentas, cuando los grupos nacionales amenizaban cuanto baile y concierto había.
“Definitivamente un grupo que al interpretar su música lo hacía desde el alma. De no lograr transmitir ese ritmo que los caracteriza no se hubieran posicionado como uno de los mejores de la época”, afirmó Eillen Cordero, coetánea de León.
Un estilo único, interpretación desde el alma y buena transmisión al público del ritmo que los caracteriza; son las claves del éxito que durante 45 años ha consolidado la agrupación desde que se trasladaron de su natal Limón a la capital con el fin de continuar los estudios, pero, les ganó “el gusanillo de la música”, como dice Isidor Asch, director musical de Marfil.
No obstante considera que la carrera comenzó mucho antes, cuando los actuales integrantes: Rogelio (Tipí) Rogers, Ricardo Espinach y Asch, estaban en la escuela. Según contó su director, Marfil nació después de una Navidad en la que el Niño Dios cumplió con el encargo de un tambor, unos platillos y una guitarra para cada uno. “Y comenzamos en ese momento a ser lo que somos: artistas”, decretó Asch.
“Empezamos a tocar en el patio de mi casa, en los recreos de la escuela, a rasgar la guitarra y a cantar, sin saber; como un juego, y empezamos a componer música sin tener noción de lo que era, simplemente divirtiéndonos. Eso fue hace 50 años y para mí ahí nació”, rememoró agregando que aún continúan disfrutándolo como antes.
Primero se llamaron Los Escorpiones, luego Bocaracá. “Una vez establecidos en San José nos pusimos Marfil y no sé ni por qué, pero con ese nombre hemos pasado toda una historia, toda una vida. Hemos criado a nuestras familias, hecho nuestras vidas, hemos luchado por lo Isidor Aschque queremos, le hemos dado la vuelta al mundo, hemos hecho de todo”, agrega mientras ríe, satisfecho y emocionado.
Asch definió al grupo como “músicos de la calle”, pero lo cierto es que su propuesta de música popular logró saltar barreras nos solo geográficas, sino también culturales y generacionales.
“Nosotros somos lo que somos y no hemos pretendido ser otra cosa. Siempre fuimos auténticos, originales, singulares; desde niños”, enfatizó el director.
Esa propuesta de Marfil, apegada a sus raíces caribeñas, amplia y capaz de abrazar otros ritmos latinoamericanos y de más allá, unida a su sólida trayectoria y su capacidad de compenetración con el público, les valió el Premio de Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto Tugores 2016. Este galardón lo entrega el Ministerio de Cultura y Juventud cada año a una persona o grupo por “la labor cultural de toda una vida, que haya evidenciado un decidido nivel de aporte al fortalecimiento del entorno y el desarrollo cultural costarricense”.
Actualmente Marfil lo integran nueve músicos: Gonzalo Barrantes, tecladista; Roberto Moscoa, trompetista y voz; Luis Guillermo Bonilla, trompetista; Luis Castillo, percusionista; Ricardo Espinach, baterista; Orlando Quesada, bajista; Isidor Ash, guitarrista, voz y director, y los cantantes Omar Gauna y Rogelio Rogers.
Unos días antes de este 22 de mayo, cuando recibieron en sus manos el Premio de Patrimonio Cultural Inmaterial, entrevistamos a Asch, quien realizó un repaso sobre la trayectoria del grupo, su identidad, su propuesta y su éxito; la capacidad demostrada de hacer aflorar la alegría mientras nos reconocemos como parte de un tejido cultural multicolor. En adelante la conversación:
-¿Por qué ha dicho que Marfil busca, sobre todo, transmitir un sentimiento?
Primeramente, Marfil es un grupo de amigos que han llevado su amistad a través de los años paralelamente a la música o al arte. Nosotros casi no planificamos, en realidad hacemos todo por lo que sentimos como artistas que somos. Si sentimos un ritmo, una forma, eso es lo que desarrollamos, no nos limitamos a la moda o a lo que esté pasando, simplemente hacemos lo que sentimos en el corazón y lo que tenemos ganas de hacer en ese momento. Por eso creo que, en el caso de Marfil, los sentimientos son la llave para crear.
-¿Qué propuso Marfil desde sus inicios diferente a otras agrupaciones nacionales?
Nosotros somos nacidos en Limón. En el tiempo que nos desarrollamos como niños y jóvenes, aquello era un paraíso. Disfrutamos de un pueblo exageradamente bello, con sus mares, ríos, montañas, gente, colores, sabores; todo era una locura –en el buen sentido de la palabra-.
Aprendimos mucha música diferente por los barcos; los marineros venían de diferentes países con su música y regalaban los discos a la gente. En Limón se escuchaba una música muy diferente al resto del país, por ser un puerto, primero la música llegaba a Limón, luego al Valle Central, entonces aprendimos de todos los géneros musicales y eso nos permitió desarrollarnos sin ningún tipo de regla o parámetro.
Nosotros, simplemente, éramos almas libres en el momento de crear y eso nos ha permitido, por el desarrollo cultural que tuvimos por el hecho de ser limonenses, el sello que nos mantiene diferentes a todos los demás, durante tantos años. Esa diferencia se ha marcado en éxito. Es otro sentir, otro pensar, no es algo que se planifica y que se estudia, es simplemente lo que sentimos por ser nacidos en Limón y tener la oportunidad de tanta influencia de todos los lados. El resultado ha sido este; la diferencia.
-Los géneros afrocaribeños y latinoamericanos no eran populares en el Valle Central a inicios de los años setentas ¿por qué considera que lograron calar esos sonidos que trajeron?
La gente no sabía que les hacía falta; en Limón sí. El bombardeo de tantas músicas, el ser un sitio de tantas culturas, permitía al limonense un desarrollo muy diferente y tener unos gustos un poco más amplios de lo que la gente cree. San José era muy limitado en ese aspecto.
Al venir aquí y tener la oportunidad de presentar nuestra música-fusión, lógicamente hubo un choque, algo sorpresivo para la gente porque era muy nuevo y entendieron que en realidad necesitaban abrir su mente porque eso les estaba llegando al corazón. Cuando alguien siente bonito, siente cosas nuevas, pues le pone atención, creo que el arte es eso: sentir, oír, visualizar, entonces la gente entendió, sintió, quiso, vio, disfrutó, y en algún momento tuvimos la llave para entrar en los corazones de todos sin planificarlo, pero eso tuvo que ver con la fusión caribeña. No fue que nos vinimos aquí a tocar una cumbia, o una salsa; nos vinimos a tocar de todo en una locura que se llamaba Marfil.
Aquí y en cualquier parte del mundo no existía lo que nosotros hicimos, porque eran trabajos muy singulares, diferentes y espontáneos. No era nada estudiado, ni académico, nada más eran sentimientos que queríamos expresar, lógicamente con una buena banda. Eso impresionó mucho y fue acogido. Por otra parte, el limonense es una persona muy humilde, inteligente y llena de buenos sentimientos que puede pararse en cualquier escenario del mundo y hacer su trabajo con éxito, es algo que -por todo eso que dije- el limonense tiene. Creo que fuimos el grupo esperado en los corazones de toda el Gran Área Metropolitana, porque era muy limitada, musicalmente hablando.
-¿Cómo fue ese proceso de ganarse la preferencia del público?
A nosotros nos costó mucho porque éramos muy diferentes. Cuando llegamos a San José no teníamos idea de los que nos esperaba. Fue muy difícil porque éramos el grupo extraño, que nadie sabía de dónde venía, en los inicios eso fue tomado negativamente y la gente decía: “eso ni siquiera se puede bailar”. Lógicamente fuimos adaptándonos poco a poco y fuimos dándole a la música nuestra un poco de amplitud en cuanto a fusión musical para que la gente pudiera disfrutar de ese ritmo, que lo sintiera como suyo.
Fusionamos más cosas, una fusión más amplia todavía, integrando todos los caracteres costarricenses, y eso, después de los años, se convirtió en éxito. Pero sí, nos costó bastante. Después de que han pasado cuarenta y pico de años, uno dice: bueno, ¡qué éxito! Ahora que tenemos la oportunidad de evaluar todo lo que se ha hecho, uno se da cuenta que ha sido bastante positivo. Lo negativo y lo que podemos llamar fracaso, ha sido parte del aprendizaje.
-¿Cómo han logrado saltar las barreras generacionales?
Nacemos espontáneamente porque nos aceptan, porque nos tienen en el corazón y somos una agrupación que durante tantas generaciones hemos mantenido esa idea original que nos ha llevado ahí. Cuando hablan de Marfil, hablan de cuando eran niños y otros hablan de cuando se casaron, de cuando estudiaron, o sea; hay de todo. Nos reímos de eso, porque vemos muchos niños en los conciertos que hacemos en el día, bailando Saca boom boom, Menéalo, Represento y nos ponemos a pensar que está vigente porque los sonidos de este momento de Marfil son los que usan las canciones exitosas de todo el mundo. Le han puesto nombres de todo tipo, pero ese es uno de los ritmos con los que nosotros comenzamos.
-¿Es el éxito de Marfil principalmente escénico por la conexión que logra con el público?
Creo que de todo un poquito. Mucha gente dice que en Marfil hay mucho baile, mucho movimiento, y sí, pero eso también es espontáneo. No hay coreografías aprendidas, se van haciendo en el escenario conforme se va desarrollando la canción y hay mucha diferencia IMG_3115entre una presentación y otra, porque hay mucha improvisación aunque mantenemos ciertas bases. Lo que creo ha sido exitoso es que se puede ver hoy a Marfil de una manera y mañana de otra, y es simplemente porque hacemos lo que sentimos, ese ha sido el sello y parte de la diferencia, porque nunca es igual. A la gente le gusta ver el gran movimiento escénico que hay y eso es parte de, pero lo que estamos tocando para que eso se lleve a cabo tiene un mayor significado, son ritmos que hemos fusionado y eso es digno de recalcar. Seguimos siendo un grupo de música fusión-Caribe que es singular, llama la atención, y por ende, ha podido dejar su sello en la historia de la música popular costarricense.
-¿Cuál ha sido el aporte de la agrupación a la música costarricense?
Muchos artistas, incluso de otros países, se acercan y nos dicen que iban a vernos cuando estaban pequeños, es decir, que tenemos una influencia en lo que está pasando. Otros me han dicho que antes de hacer sus trabajos escucharon Marfil entendiendo que ya la salsa no era la salsa, ya la cumbia no era cumbia, todo era latinoamericano y eso es lo que está pasando en el mundo en este momento; Latinoamérica toca cualquier ritmo y lo hace suyo.
Nosotros tocamos ritmos cubanos, colombianos, limonenses, gringos, porque el mundo se ha convertido en una sola cosa y los artistas han entendido eso. Todos los artistas famosos lo que hacen es fusión latina, ahora es muy fácil hablar de eso, porque es muy claro el género, pero nosotros somos parte de los primeros que se atrevieron a empezar a trabajar sobre la fusión latina. Nos sentimos muy contentos, creo que estaremos en la Historia. ¡Es bonito!
Por supuesto no somos los únicos, me imagino que en otros países habrá pasado el mismo fenómeno, pero puedo hablar de lo que he vivido, creo que Costa Rica ha tenido esa llave para abrir esa puerta. Nosotros disfrutamos de toda la música latinoamericana sin prejuicios; el arte es de todos, hay que disfrutarlo, entonces creo que Marfil es de todos, de Costa Rica igual.
-Después de 45 años de carrera, ¿consideran que abrieron la brecha a otras agrupaciones?
Creo que una de las cosas importantes que Marfil ha hecho es abrir el mercado de los bares, ahí no había espectáculos en vivo, solo en salones de baile o en teatros. Acostumbrar a la gente a ir a bares a ver estos espectáculos, permite que haya más desarrollo artístico en el país, más nacimientos de grupos, de cantantes y que haya más lugares donde ofrecer el arte. Creo que fue un espacio muy importante para que la música popular, las artes costarricenses, se desarrollaran y se conectaran con la gente. Ahora hay músicos, bailarines, pintores, escultores buenísimos y que tienen la oportunidad de presentar su trabajo en cualquier lugar de estos, y esos son espacios que nosotros fuimos abriendo. Cuando empezamos a tocar en los bares, tocábamos solo música original, eso nunca se había hecho en el país y así es como nos dimos a conocer, como se desarrolló nuestra música, casi que en vivo. Ahora no es la excepción, es en los bares donde llegan a presentarse los nuevos grupos.
-¿Cuál es el mayor cambio desde los inicios al Marfil actual?
Es difícil contestarlo. El único cambio que ha existido es que hemos crecido poco a poco en cuanto a lo que se quiere llegar. Vamos desarrollándonos, vamos aprendiendo a ejecutar nuestros instrumentos de forma más profesional, a hacer nuestra música más profesional. El grupo se va amarrando, cada día toca mejor y a través de los años todo eso se va convirtiendo en un trabajo muy bueno que lógicamente al inicio no era así, éramos principiantes. Hemos crecido mucho en todo aspecto, como personas también, pero más que todo, hemos tenido la oportunidad de aprender y desarrollarlo para nuestro beneficio.
-¿No es casi una obligación en una carrera tan larga el reinventarse, o más bien el éxito ha consistido en mantenerse constante?
Sí nos hemos reinventado varias veces y han existido muchos cambios a través de los años. Por Marfil han pasado muchos músicos que han dejado su huella en el grupo. Han llegado a enseñarnos a los que todavía estamos aquí. Han pasado músicos que tocan con artistas y orquestas reconocidas mundialmente que empezaron con nosotros, pero nunca hubo alguien de afuera que nos dijera qué hacer. Hubiera sido fatal tener un productor, porque nunca hubiéramos hecho estas grabaciones que a través del tiempo han quedado como clásicas. Era solo nuestro pensamiento y sigue siendo igual, cuando grabamos algo es simplemente lo que sentimos. Un orden, dentro de lo posible, he sido yo, pero comercialmente nunca nos hemos dejado llevar, siempre hemos hecho lo que queremos en el momento que queremos, musicalmente hablando. En el momento que sentimos que tenemos que hacer un cambio, lo hacemos, pero, si no se siente, no se hace. Nosotros nunca hemos cambiado por la moda.
-¿Seguirá Marfil siendo bailado y cantado por quienes nacieron y nacerán en este siglo?
Me cuesta mucho decir que Marfil va a terminar porque es parte de Costa Rica. Me gustaría que algún día, cuando evidentemente alguno de nosotros no pueda seguir, un joven tome el lugar y se quede en el grupo otros cincuenta años, que el grupo siga y mantenga su identidad de fusión latina, porque es muy claro que eso lo que hacemos, entonces creo que perfectamente puede seguir con la misma línea.
-Finalmente, ¿qué significa para la agrupación el Premio de Patrimonio Cultural Intangible?
Es una sorpresa inmensa para nosotros. Cuando supe que estábamos nominados no se lo dije a nadie; hasta se me había olvidado. Cuando me llamaron y dijeron que en realidad habíamos ganado el premio, me sorprendí mucho, porque tenía mucho tiempo de no sentarme a evaluar qué era lo que habíamos hecho en realidad. No era tan importante, siempre estamos pensando en lo que queremos hacer y hacemos todos los días. Esa es nuestra naturaleza: hacer y seguir haciendo. Cuando me dijeron, estaba asustado y tuve que ponerme a analizar qué fue lo que hicimos durante 45 años. Duré como dos semanas en eso para entender que sí merecíamos el premio.
En realidad, creo que lo merecemos, se ha hecho un trabajo muy bonito, interesante. Ha sido nuestro, sabemos de dónde viene todo lo que se ha hecho, sabemos a dónde va, por qué, para qué y para quienes; popularmente es una corriente artística que estará en el corazón de los costarricenses por siempre y es muy lindo saber que somos parte de la Historia. Nosotros lo aceptamos orgullosísimos, contentísimos, pero entendiendo que otros vendrán y harán lo suyo, otros ya hicieron, simplemente somos parte de la cultura costarricense que quedará y queremos disfrutarlo y seguir haciendo más, pero sí creo que ¡Lo merecemos!