Un hombre sencillo y humilde, así se define, Luis Gabelo Conejo, arquero histórico de aquella Selección de ensueño, que representó a Costa Rica en su primer Mundial Mayor de Fútbol, con sede en Italia en 1990. Y aunque afirma que, no le gusta vivir del pasado y prefiere disfrutar del presente, su mirada lo delata.
Con una sonrisa honesta y lleno de satisfacción, Gabelo recordó, después de 30 años, algunas cosas que lo marcaron de aquella histórica Copa del Mundo, donde Costa Rica pasaría de ser la cenicienta del cuento, a convertirse en no solo “la princesa”, sino que además en la sorpresa de propios y extraños en tierras europeas.
Un Mundial que lo llevaría a convertirse, además, en una leyenda llena de experiencias y conocimientos, sabiduría que hoy comparte con cada una de las Selecciones Nacionales del país, pues forma parte del staff de preparadores, y formadores del talento bajo el marco de la Federación Costarricense de Fútbol.
“No me gusta recordar el pasado, vivo el presente. Pero claro que fue un momento maravilloso, que catapultó mi carrera y que hoy, atesoro con gran cariño, por que años después sigo haciendo lo que me apasiona, pero ahora desde la Fedefutbol.
El éxito de aquella Selección fue nuestro trato, fuimos una familia, nos conocíamos demasiado bien, teníamos más de 10 años de competir en diferentes procesos de Selecciones Nacionales juntos.
De esa gesta hubo tres momentos muy especiales para mí; dos muy dulces, y el otro amargo. Uno, ganar el primer partido 1 por 0 ante Escocia, dos, clasificar a la segunda ronda, y el tercer recuerdo, amargo y triste, el dolor tan fuerte de mi lesión en el gastrocnemio, que me impediría jugar los octavos de final”, recordó Conejo.
Los antecedentes de aquella gesta no fueron fáciles para el oriundo de Piedades Sur de San Ramón, el camino para convertirse en el guardameta titular de la Selección Mayor, estuvo cuesta arriba para el portero de la Asociación Deportiva Ramonense de aquel entonces.
Trabajos extra, horas interminables y agotadores entrenamientos, y hasta superar una gran competencia que tenía a su alrededor con los porteros de los equipos llamados grandes, le costó por lo menos, cuatro años de sacrificios, dedicación y paciencia a Gabelo.
“Para mí no fue fácil; pero, producto de un trabajo no doble, ¡triple! jugué toda la eliminatoria, a excepción de los segundos 45 minutos del partido ante Trinidad y Tobago que salí golpeado, pero para lo que restaba y venía por delante, me adueñé del marco de la Tricolor”, comentó Gabelo.
Ya una vez en Roma, Conejo recordó cómo tomó su rol de líder con La Sele, dentro y fuera de la cancha. En poco tiempo, Gabelo, se había convertido en uno de los hombres de confianza del técnico nacional para el Mundial; el serbio Velibor Bora Milutinovic.
Gabelo tomó así, todas y cada una de las recomendaciones del estratega, y que se convirtieron a la postre, en puntos claves del resultado alcanzado por aquellos futbolistas ticos en Europa, en 1990.
“Bora se apoyaba siempre en los que éramos más viejos, teníamos reuniones con él, Roger Flores, Guima, Chavarría y yo. Él era como un mago, lo que nos decía, salía. Por eso, Bora nos traspasaba todos sus conocimientos, para que nosotros se los transmitiéramos a los más jóvenes.
El momento cumbre de aquel Mundial, y que fue clave en la decisión para que Gabelo eligiera años después el camino de la formación y captación de talentos, fue cuando tuvo la oportunidad de prepararse con el entrenador de porteros del A.S. Roma, Roberto Negrisolo, sin duda, otro acierto de Bora durante el Mundial.
“Agradezco tanto esa oportunidad, fue tan provechosa y determinante. Recuerdo que la preparación física previa aquí en Costa Rica era muy exigente, pero poco específica. A diferencia de los entrenamientos con Negrisolo, que eran dinámicos, explosivos, cortos, pero extremamente especializados, situación a la que le saqué mucho provecho, tanto así que dije, en esto es en lo que yo me quiero especializar para cuando me retire de jugar fútbol”, añadió el ex portero.
Gabelo siempre recordará con pena y nostalgia como por una lesión, no pudo participar con el equipo en el partido de octavos de final ante la poderosa Checoslovaquia, siendo éste, el recuerdo más amargo de aquel verano italiano.
“Sabíamos que los checos tenían buen juego aéreo, eso siempre me lo decía Bora. Esa era mi especialidad, el juego en el aire, no pasó, tuve que ver el partido desde la banca, así es la vida, así es el fútbol”.
Para Gabelo su punto más alto como futbolista fue, fichar con el Albacete de España que en aquellos años militaba en la segunda división española, club con el que logró ascender y jugar una primera temporada maravillosa en la Liga A.
Y al preguntarle cómo se define al día de hoy sumando tantas experiencias vividas, Gabelo no dudó en contestar que la adaptación ha sido fundamental para mantenerse actualizado, pero además, 30 años después de aquella Sele inolvidable y el primer Mundial Mayor de Costa Rica, vive un momento muy productivo, estable y feliz, y no es para menos, pues Gabelo al día de hoy cumple otro gran sueño: formar, entrenar y compartir su conocimiento con los porteros de las Selecciones Nacionales en la Federación Costarricense de Fútbol.