La presencia de Henry Varela Carmona provoca una descarga de buenas vibraciones. Es de semblante alegre y de espíritu constructivo. Este vecino de León 13 cumplió el 19 de agosto 49 años de edad y 23 de ser un orgulloso recolector de basura, un oficio que lejos de avergonzarlo lo llena de satisfacción por una sencilla razón: ama lo que hace.
El amor por la familia, su esposa Romelia Pérez Paniagua y sus cuatro hijos, Andrey, Cristal, Viviana y Henry David, lleva implícito un amor por el trabajo, pues es por este último que puede sacar adelante a cada uno de ellos, suficiente argumento para ser tan agradecido con el oficio de recolector de basura.
“Gracias a este trabajo maravilloso mis hijos han podido estudiar y desarrollarse, incluso tengo a mi hijo en la Universidad Hispanoamericana estudiando administración de empresas con énfasis en mercadeo”, cuenta con orgullo quien también complementa su vida con la función de predicador, otra actividad que le llena el pecho de regocijo y por lo cual se le podría designar el «el ángel recolector de basura».
“He tenido también la oportunidad de viajar a otros países a predicar, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras. A partir de los 18 años empecé a conocer un poco de Dios, tuve la oportunidad de convertirme en predicador gracias al padre Eladio Solano, igual agradecerle al padre Jorge Rojas, con los cuales me he desarrollado como persona, como un ser humano de calidad, en el cual siempre luchamos para que los valores sean manifiestos también en nuestro trabajo”.
Para Varela existe una frase que funciona como regla personal y laboral. “Jesús es el divino basurero que recoge todas nuestras cochinadas, y nosotros somos no los divinos basureros, pero sí los recolectores de basura que le recogemos todas las cochinadas a los vecinos”.
La filosofía cristiana penetra directamente en cada palabra de Varela, quien literalmente figura como el ángel recolector de basura, en especial cuando responde qué es realmente lo más gratificante de sus funciones.
“Poder servirle a los demás, poder servirle a la comunidad, poder servirle a los semejantes, es lo más gratificante. Porque dice una palabra muy clara, hay que dar siempre sin esperar recibir nada a cambio”.
Para alguien que se rige por valores la familia es vital y en este caso aplica al máximo, según el mismo Varela. “Mi familia desde siempre ha estado anuente y mis hijos nunca se han avergonzado, al contrario, si hay algo que le reconozco a mis hijos es que a donde sea que me vean trabajando o no trabajando siempre me abrazan y besan delante de cualquiera, porque es lo que se les ha inculcado, los valores nacen de la familia, y mis hijos en eso nos tienen un gran respeto, a mis esposa que es ama de casa y a mí que soy un trabajador de sanidad”.
Los días son hermosos para el vecino de León 13, se levanta con el sol y se acuesta con la luna, eso sí, siempre con el cariño y aprecio de quienes más ama; su familia, y de lo que más ama: su trabajo.
“Me levanto a las cuatro y media de la mañana, saludo a mi esposa, siempre con un beso, con un buenos días, porque amo mucho a mi esposa, amo mucho a mis hijos; porque soy feliz de ser lo que soy, me siento realizado como persona, cualquiera diría, que extraño, como una persona que trabaja recogiendo la basura dice que se siente realizado, sí me siento realizado, soy el hijo de un Rey, ese Rey no puedo decir que escogió que yo trabajara en esto, porque fui yo el que lo escogí, pero como persona me siento realizado de lo que hago”.
Es evidente, con Henry las palabras convencen, pero el testimonio arrastra.