Después de un ensayo en el Teatro Popular Melico Salazar y un poco acalorado por el pesado clima de una mañana de verano, pero con una afable sonrisa, el violinista de origen cubano radicado en Estados Unidos, Andrés Cárdenes, ofreció una entrevista en la que habló de sus impresiones sobre el ensamble costarricense y su carrera como músico.
.Él fue el solista invitado por la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) en su segundo concierto de la temporada oficial, que se ofreció el 28 y 30 de marzo en el Teatro Popular Melico Salazar. Esta es la tercera vez que Cárdenes toca con la OSN, ya que lo hizo también en noviembre de 2013 y, anteriormente hace unos 20 años atrás, según recordó.
El músico se ha presentado como solista en más de cien orquestas sinfónicas de cuatro continentes, incluyendo las de Filadelfia, Pittsburg, Los Ángeles, St. Louis, Moscú, Dallas, Helsinki, Shanghai, Caracas, Barcelona y la Orquesta de la Radio Bavariana, entre otras. Además, fue concertino de la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, Estados Unidos, de 1989 a 2010, cuando renunció para concentrarse en su carrera como director, solista, pedagogo y músico de cámara.
Su discografía comprende más de dos docenas de grabaciones de conciertos, sonatas, obras cortas, música orquestal y de cámara. A lo largo de su carrera, Cárdenes se ha interesado en convertirse en embajador de la música contemporánea; es así como este músico ha comisionado y estrenado más de 65 obras de compositores americanos y latinoamericanos como: David Stock, Mike Garson, Leonardo Balada, Ricardo Lorenz, Eduardo Alonso-Crespo, Roberto Sierra, y Marilyn Taft Thomas. Su repertorio de conciertos contiene más de cien obras, que van desde la época barroca hasta la actualidad.
El Centro Nacional de la Música informó que este violinista recibió dos nominaciones para los premios “Grammy”, desde que obtuvo el segundo lugar en la Competencia Internacional Tchaikovsky de Violín, en 1982. Además, fungió en tres ocasiones como Presidente del Jurado del Concurso Internacional de Violín Stradivarius y en 2011 se unió al jurado del Concurso Internacional de Violín de Tchaikovsky en San Petersburgo, Rusia.
Cárdenes fue designado embajador cultural por Unicef, de 1980 a 1991, y ha recibido varios galardones por su trabajo en docencia, grabaciones y esfuerzos humanitarios por la Cruz Roja Mexicana.
-¿Cuál fue su impresión sobre la Orquesta Sinfónica Nacional en noviembre de 2013?
Inmediatamente me di cuenta que la Orquesta ha mejorado mucho desde hace unos 20 años que estuve aquí por primera vez. Toqué unas tres o cuatro veces con la Orquesta en los años ochenta y noventa; pasaron 20 años y volví en noviembre del 2013. Por supuesto que durante ese tiempo el maestro Hoffman hizo un gran trabajo y la Orquesta está sonando muy bien, de primer nivel. Me gusta mucho como ha mejorado la disciplina, los músicos son excelentes, de verdad se está convirtiendo en una joya.
-Hace cuatro años usted renunció como concertino de la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh para dedicarse a su carrera como solista y director, ¿cuándo es el momento indicado en la carrera de un músico para dar este importante paso?
Para mí es importante no estar estancado en una situación por demasiado tiempo. La música es algo fresco, si uno llega al trabajo a tocar música, entonces es la muerte de la música, es casi una religión que hay que seguir de una manera muy humilde, y para mí, después de 21 años de concertino, no había nada que conquistar. Ya había tocado un repertorio enorme como concertino de una de las mejores orquestas del mundo y había tocado en todas las salas importantes del mundo.
Llegué a un punto donde dije: necesito algo nuevo, seguir creciendo como músico, invertir mi tiempo y mi experiencia en otros proyectos y, aunque también durante este tiempo hice otras cosas, estaba muy enfocado en la orquesta y era el tiempo de renunciar y seguir por mi cuenta.
-¿Cuál es su principal proyecto musical para este año?
Un proyecto enorme, porque estoy grabando mucho. Los solistas jóvenes de 25 o 30 años, siempre tienen un disco nuevo, como el Concierto de Brahams, pero uno tiene que tocar ese concierto unas 300 veces en su vida, para de verdad poder decir: yo sé tocar esta obra; uno tiene que saber manejar una obra en un nivel celular, no es cuestión de tocar las notas para decir lo he tocado y lo toco bien. Es otro nivel de conocimiento y conexión con la obra y ahora que tengo esta edad, he llegado al punto de que tengo experiencia con esas obras.
He tocado el concierto muchas veces, me siento cómodo y es ahora cuando estoy grabando mucho. Grabé las Sonatas de Hindenburg, las Sonatas de Bach, el Concierto de Beethoven, en unas semanas voy a grabar toda la música de Schubert para violín y piano y para octubre y noviembre el concierto de Tchaikovski y el de Glasunov, además de un concierto de música contemporánea que voy a llamar ‘Recital del Siglo XXI’.
-Usted ha encargado muchas obras a compositores contemporáneos, varios latinoamericanos, ¿cuál es el lugar que ocupa la música de estos compositores en su repertorio?
Es una de los proyectos más importantes que realizo, especialmente con los compositores latinos porque he comisionado y estrenado muchas de sus obras. Uno tiene que vivir en los tiempos de la música actual, ¿para qué están todos estos compositores contemporáneos si no somos intérpretes de sus obras? Ahora mismo tengo comisionados dos conciertos para violín, uno de un latino, otro de un norteamericano y me acaban de entregar otro de un turco para violín y quinteto.
Todavía estamos tocando obras de los siglos XVIII y XIX, y no estamos tocando recitales de hoy día, que reflejen los tiempos que estamos viviendo. Quiero hacer un disco actual, solamente de música contemporánea, con lo que escriben hoy.
-¿Qué le falta a la música contemporánea para conquistar más a la audiencia?
Tengo una teoría un poco fuerte, creo que mucha de la gente que toca música contemporánea no la tocan bien. Cuando toco una obra contemporánea, lo hago con la misma actitud como si fuera una obra de Mozart, que tiene que estar perfectamente afinada, que las articulaciones se tienen que escuchar, que la textura sea del estilo y entender la arquitectura de la obra.
La gran mayoría de los compositores escriben obras increíbles y no se estrenan bien, por lo que el público no puede entender bien de qué trata la obra y no le va a gustar. Igualmente, en otros tiempos el Concierto de Tchaikovski no tuvo éxito, porque no se tocó bien. Los estrenos fallan porque no se tocan bien, y si no se tocan bien, al público no le interesa. Hay que hacer la inversión como si fuera un concierto de Beethoven, y eso no ocurre.
Muchos artistas estrenan una o dos obras en su carrera y no hacen nada para apoyar al compositor. Si hay un compositor que le gusta, el artista debe estar comisionando y pidiendo más material. Siempre digo a los compositores que mi compromiso es tocar sus obras lo más posible, siempre.
-¿Cuál es la relación ideal entre el compositor y el intérprete?
Existe el artista creativo y el artista recreativo. El creativo, el compositor, es el que tiene la visión, tiene efectos e inspiración y lo pone en un pedazo de papel, que es como un mapa, a la misma vez; sin el artista recreativo esto no llega a florecer. Esa es la relación que tiene que existir, uno tiene que servir a esta música con mucha convicción y no veo la necesaria.
-Como maestro y pedagogo por 37 años ¿cuál considera que es la mayor cualidad de un violinista, a nivel personal y a nivel técnico?
Hay muchos niveles, nadie tiene todos los ingredientes; nadie. Hay gente que musicalmente no tiene mucho que decir, pero técnicamente saben cómo manejar el instrumento, si se dedican a cierto repertorio y tocan en determinado estilo, van a tener éxito. Otros tocan más con el corazón y esto es muy importante, pero sin disciplina no tiene mayor valor. Es un asunto siempre de balance, el profesor tiene que ver cuál es el talento del estudiante para alimentarlo y qué es lo que no hace tan bien para corregirlo.
-Podría responder en una sola palabra, ¿cómo un músico logra tener en su repertorio más de un centenar de conciertos bien ejecutados?
Disciplina. La convicción para trabajar tan duro, pero tan duro que nada puede ser más importante; yo no aprendí cien conciertos por casualidad.
Cuando doy clases, nunca veo una partitura para mostrar a mis alumnos que sé de qué se trata esta música, que conozco cada nota, cada dinámica, cada tonalidad, cada ligadura, íntimamente en un nivel celular. Tienes que conocer estas obras en un nivel profundo, así es como se toca cien conciertos y, no es simplemente porque uno se acuerda, como ejercicio de memoria, nota por nota, no. En el momento en que uno se para a tocar frente a la gente tiene que ser algo tan natural, como un líquido en un vaso que cuando le das vuelta y empieza a fluir.