“El respeto, el amor, debe estar por encima de nuestras diferencias y pueden estar seguros quienes difieren en este tema de nosotros que jamás saldrá de nuestras bocas una palabra ofensiva y de doble sentido contra nadie. ¡Quienes somos nosotros para juzgar!”.
Estas palabras de Monseñor Ángel San Casimiro, en la homilía de la misa realizada al final de la multitudinaria Caminata por la Vida y la Familia que convocó la Iglesia Católica el pasado 17 de noviembre, son la clave de la lectura de un hecho que no tiene precedentes como manifestación pública (con excepción de la Romería a Cartago).
Si fueron 800 mil personas, o más de un millón de personas, serán otros expertos los que hagan el cálculo. Lo que sí interesa como análisis es decir que ninguna familia quedó excluida en la defensa que emprendió la Iglesia de esta célula de la sociedad. Y en la defensa de la vida, desde la concepción, igualmente nadie quedó excluido.
Basta decir que nadie quedó excluido al mirar, leer, repasar el audio, o bien para los que estuvimos allí y escuchamos la homilía del Obispo de Alajuela. Esta fue una manifestación de inclusión social ante un auditorio de esa magnitud que ratifica los principios de la Iglesia Católica.
Que otros quieran leer otra cosa es precisamente una historia de otro cuento. Que otros quieran sentirse excluidos es otra cosa. Que otros (medios de comunicación incluidos que debieron rectificar) quieran poner palabras de más y decir cosas que no se dijeron es otra cosa. Que otros quieran ver una manifestación política, es otra cosa, y en todos los casos apuntados, nada más alejado de la verdad.
Ah, y que otros quieran decir como forma de atacar la Caminata que la defensa de la familia “tradicional” (como la encasillan los detractores) está pasada de moda es otra cosa. Repito, nada más alejado de la verdad, porque los valores no pasan de moda. Y si de modas se trata, la cantidad de personas que se manifestaron por sí sola habla de lo que el país quiere. La familia y la vida jamás pasarán de moda.
Pero, el elemento central es que nadie, ninguna familia, ninguna vida humana, quedó excluida ni debe sentirse así aunque corrientes de pensamiento, ideologías y algunos medios de comunicación quieran promoverlo así.
¿Por qué leer más allá de lo que realmente dice la homilía? Y, en todo caso, ¿por qué ser mezquinos en dos valores que no dañan a la sociedad: vida y familia?, ¿por qué ser mezquinos con la Iglesia que además congregó de manera ordenada, en un acto religioso, a esa impresionante cantidad de personas?
“Sí a la familia cuna y escuela de personas que defienden la dignidad y el valor de todo ser humano”, dijo Monseñor San Casimiro. No excluyó seres humanos por condición social, de raza, económica, o de preferencia sexual ni de religión.
“Sí a la familia en la cual aunque algunos abandonan su barca sigue navegando con las velas de la fe y la esperanza”, dijo el Obispo de Alajuela. Es decir, para aquellos generadores de opinión que quieren auto excluir de la Caminata del domingo a las familias dirigidas por madres solteras, o por solo tener “papá”, o porque son tías o tíos los que la llevan adelante, repito, nada más alejado de la verdad. Esas familias que luchan por salir adelante estaban incluidas el domingo 17 de noviembre.
¿Por qué deformar la realidad? ¿Por qué de manera mal intencionada decir que fue una caminata de odio?
Lo que pasa es que en Costa Rica de manera peligrosa ha venido en crecimiento una corriente de pensamiento que atenta contra la libertad religiosa. Y paralelo a ello, una violencia acelerada contra los valores, contra la dignidad humana, contra valores que para muchos podrían ser subjetivos como el amor.
De manera peligrosa, algunos sectores quieren promover “estado Laico” con fines laicistas que le impidan a los seres humanos manifestar su religión o sus valores o actuar en conciencia.
Eso hay que decirlo. Eso hay que frenarlo. Esas malas intenciones que pretenden además poner en boca de la Iglesia palabras que no se dijeron hay que denunciarlo.
Dice en su artículo 16 la Declaración Universal de los Derechos Humanos que “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.
Aunque hay corrientes e ideologías de pensamiento contrarias a este fundamento, no he escuchado a esos líderes de opinión que he escuchado en estos días sucesivos a la Caminata y en contra de la Caminata, decir que esa declaración es violatoria de los derechos de las “familias” que ellos insisten en decir estuvieron excluidas de la Caminata.
Repito, ninguna familia y ninguna vida humana estuvo excluida de la Caminata. Lean, repasen la homilía, infórmense. Invito como dijo Monseñor Ángel, a decir “sí a la familia que lucha y se supera a pesar de sus caídas y problemas”. Esa familia es la que habita en Costa Rica, la que debe superar sus problemas, la que debe levantarse de sus caídas, y qué mejor que hacerlo en esta etapa electoral donde el país decide su futuro.
*Periodista del Semanario Eco Católico.