Más de tres décadas de haber ingresado al servicio en la Iglesia se reflejan en su madurez y humildad a la hora de hablar de Dios. A la hora de mostrarlos en sus notas musicales, muchas de ellas con un mensaje profético y destinadas a aquellos que no conocen o no creen en el Padre celestial.
Hablar de Dios al mundo se ha convertido en la misión de este cantante peruano católico. Hablamos de Luis Enrique Ascoy que en el pasado mes de agosto realizó dos conciertos en Costa Rica. Uno organizado por la Parroquia San Pío X de Purral, y el otro por la Parroquia de San Ramón Nonato en San Ramón.
A la vez, aprovechó el intérprete de temas como “Piedras a un inocente” o el reconocido “Credo” que fue ovacionado por sus seguidores, para celebrar su carrera musical a la cual ya suma 30 años.
Dirigiéndose al rescate de las familias, de los valores espirituales, de la vida, Ascoy conversó durante una hora con Periódico Pura Vida, así como Radioperiódico Pura Vida (todos los sábados de 10 a 11 am, en Radio Sinaí 103.9 FM) en programa emitido en el mes de agosto.
Acá un extracto de esta conversación con un “Agente de Pastoral” como él mismo se hace llamar en la cual, en cada palabra se esboza el mensaje del Evangelio.
-¿Quién es Luis Enrique Ascoy?
Soy un Agente de Pastoral que desde hace 35 años está sirviendo en la fe católica en la Iglesia San Francisco Solano en Perú. Pertenezco al Movimiento de la Palabra de Dios, que es mi comunidad de oración, si se quiere, mi ligamen eclesial, donde me alimento semana a semana. Participo todos los martes en una comunidad pequeña de 20 personas. Soy casado, tengo dos hijos, Luis Enrique de 20 que está en la Universidad, María Belén de 15 y que está en el Colegio. Mi esposa y yo, hace 17 años decidimos dejar suspendida nuestra actividad profesional, ella es contadora y yo abogado. Nos dedicarnos a tiempo completo a la evangelización, no solamente desde la música, tenemos una radio online, Pescando en Red y un Librería Católica, Tenax. Hacemos retiros, sobre todo para músicos, damos servicio pastoral, charlas, seminarios. Entonces desde la música hacemos una pequeña obra de evangelización que abarca varias cosas.
-En uno de sus cantos, usted dice que es un tipo “relativamente bueno”. Hasta llega a llamarse un “pobre diablo” más. ¿Qué provoca en medio de esa situación de vida el cambio para acercarse a Dios?
(Se ríe). Viene a medida que uno profundiza y uno ve de qué se trata. Nos damos cuenta de cuánto nos falta caminar. Una vez estuvimos hablando en mi comunidad acerca de los bienes. Le decimos al Señor te entregamos nuestra vida, en una jornada, llorando a veces, y esto no es solamente una cuestión de ese día o ese instante. Uno le debe entregar toda la vida, y toda la vida es todo, tus bienes, el bolsillo, todo le pertenece a él. A veces uno entra a la fe y decimos Señor te entrego todo, pero mi bolsillo lo administro yo. No somos capaces de hacer lo del joven rico verdad, eso es bíblico. Pero, el Señor nos lo dice a todos. Yo creo que más temprano que tarde el joven terminó dándolo todo, quiero pensar eso, como el hermano del hijo pródigo que al final entró a la fiesta, al ver la misericordia de Dios.
Hay muchos católicos que andamos por la vida creyendo que estamos bien porque relativamente nos portamos bien. No matamos a nadie, cumplimos los diez mandamientos y eso es el 10% del camino. Debemos hacer el bien a los demás, ser capaces de arrancarnos todo y dárselo a los demás. Te vas metiendo y te das cuenta cuánto falta para seguir en el camino, mejor dicho eras “un pobre diablo más”.
-Esa decisión que toma, por las propias fuerzas es hasta imposible. ¿En qué momento siente que es Dios el que lo llama y se decide a seguirle?
Uno también va tomando conciencia de estas cosas en la medida que profundiza. No es que hayamos amado a Dios o lo hayamos buscado. Él está ahí, como dice Apocalipsis 3, 20 “estoy ahí tocando la puerta”. Desde el vientre de nuestra madre (Jeremías) nos tiene un plan maravilloso de vida listo, pero nos hacemos los sordos, los ciegos. Él es Todopoderoso pero es un caballero no se mete con nuestro libre albedrío, si no abrimos la puerta no entra.
-Muchas personas, cuando usted toma la decisión de dedicarse a la evangelización le mencionan que su “futuro material”, está en riesgo. De hecho, lo menciona en una de sus canciones. Su papá, en su momento, también se preocupó. ¿Cómo seguir el camino en esas circunstancias?
Hay gente que me dice qué se siente vivir de la música. Y, la verdad no creo que viva de la música, nosotros, porque somos cinco familias dedicadas a esto, vivimos de la providencia de Dios, es la que nos sostiene. Y lo digo, la verdad, con mucha convicción porque en el Perú todas las disqueras comerciales han quebrado por una piratería espantosa e increíble. La Sony Music hace varios años se fue. Esto, aparte de la bajada de música por internet que golpea también. Las únicas productoras musicales que han sobrevivido son las independientes, pequeñas, entre las cuales está nuestra pequeña empresa. Vivimos de la providencia, de la generosidad de organizadores que nos llevan a conciertos, de las personas que teniendo nuestras canciones bajadas por internet, van a un concierto y compra el CD original porque saben que con eso vivimos, nos sostenemos, sostenemos la obra. Compran una camiseta, una pulsera, y muchas cosas que tenemos en la tienda para poder sostenerla. No hay nada más seguro que vivir de la providencia de Dios, como lo dice el Evangelio de Mateo, “tú dedícate al reino y yo me encargo de tus necesidades más inmediatas”. Doy testimonio de eso, en 17 años, no nos ha sobrado, pero tampoco nos falta. Vamos al día.
-En Perú nace su vocación en medio de un país conflictivo, que no dista mucho de la realidad latinoamericana. Hay una serie de revoluciones sociales contra la vida. ¿Cómo desarrolla su ministerio en aquel Perú y en el de hoy?
Bueno primero explicar cómo es el panorama de la música católica para entender la misión nuestra. Está el canto litúrgico que todos hacemos al cantar en misa. El canto de alabanza y adoración que es la música de asambleas, talleres, retiros, encuentros. Y, donde yo considero que estoy, el canto profético que es un intento por componer canciones ya no a la gente que cree si no a la que no cree. Es una música que intenta ir más allá del ámbito parroquial. Intenta llegar más allá. En los 80’ sentía como un llamado a componer música no para misa, ni para asambleas. Quería ir a colegios, universidades, institutos, hospitales, cárceles, de hecho es fundamentalmente el trabajo que hago hasta el día de hoy. Pero, para llegar hay que usar otro lenguaje, no religioso, es el mismo Evangelio pero de otra manera, como decía Juan Pablo II, con otras formas de expresión.
En la calle no se dice Aleluya, ni gloria ni se trata a la gente de hermanitos, hablan de otra manera. En esa época quería llegar a la gente y me encontré una necesidad de hacer música distinta. Y, en ese sentido hay como tres formas, una dirigida a Dios, otra dirigida a la gente hablándoles de Dios y una en la que Dios le habla a la gente.
Me gusta más la composición de música dirigiéndome a la gente para hablarles de Dios, de esas canciones hay muchas más en mi repertorio.
-Usted se nos adelantó un poco, porque queríamos decirle y preguntarle que sus mensajes contienen algo de profeta. Usted hizo y continúa haciendo música que ya denunciaba ataques al matrimonio, a la patria, esto en los ochentas y noventas. El profeta anuncia y denuncia. ¿Cómo califica ese don?
En los 80’ había terrorismo en Perú, el país literalmente se desangraba, Lima estaba sitiada por dos grupos: sendero luminoso y tupac amaru, que estaban atacando prácticamente todo el país. A mí, hablo a título personal, no juzgo a nadie, me resultaba inconcebible en ese ambiente mirar hacia arriba y cantar solamente a Dios, cuando la gente se está muriendo.
La dimensión de encontrar a Dios se da de manera vertical te encuentras con él, y la horizontal, lo reconoces a Dios en la vida. En esos días había que cantar por la paz, en favor de la vida, en contra de la violencia.
Y, en los 90’ estaba la dictadura, una crisis de valores impresionante, sobre todo una crisis de corrupción. Como dice el Papa Francisco una cosa es ser pecador, todos lo somos, y otra ser corrupto, el que defiende el pecado. En aquél momento había filmaciones de gente recibiendo dinero, jueces, todo el mundo y traumatizó a toda una generación en mi país.
Ante esa situación, no decir nada y pasar la vida mirando arriba es inconcebible. En mi caso persona quería darle una mirada de fe a la vida cotidiana y cantarle a la gente que no está en la Iglesia o que se fueron de ella.
-Mucha gente tiene resistencia a escuchar la voz de Dios. ¿Cómo llegarle a esa gente que no quiere escuchar?
Hay un pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles que me fascina, después de Pentecostés, Pedro sale a dar su discurso a una mayoría de judíos, y comienza diciendo cuidado no piensen que estamos borrachos, todavía es temprano son las nueve. Después, vino el anuncio de lo que paso con Jesús, es un kerigma. Les dijo Pedro dos veces: ustedes asesinaron a Jesús, se los dijo en su cara. Esa muchedumbre lo habría podido linchar o mínimo se iban y no, se pusieron a llorar y comenzaron a preguntar qué hacemos para resolver esto. Pedro les dijo bautícense, conviértanse. Entonces qué hacemos para que escuchen, invocar al Espíritu Santo. No debemos callarnos, no debemos desanimarnos.
Nos toca, como la parábola del sembrador, tirar la semilla. Algunas veces caerá al lado del camino, otras entre piedras. Inevitablemente no será unánime la aceptación al llamado, hay gente que no va a escuchar, pero un grupo de semillas caerá en tierra buena y por ellos vale la pena.