El océano constituye un único gran conjunto de mares interconectados que cubre el 71% de la superficie terrestre. El océano es el origen de la vida en el planeta y sigue desempeñando un papel irremplazable en la vida cotidiana de 7.000 millones de seres humanos.
Varios millones de personas dependen directamente del océano para alimentarse, desplazarse y trabajar. Además, el océano regula el clima y aporta la mitad del oxígeno que respiramos. Asimismo, no es un recurso como los otros, sino que es el que hace posible todo lo demás. Su inmensa diversidad biológica forma parte de la belleza del mundo, y debemos unirnos para preservarla.
Con 46 sitios marinos inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, la UNESCO supervisa una red mundial única para la protección y el estudio de los océanos. Tras la inscripción de los primeros sitios se han añadido más de un millón de documentos de observación y 1.000 nuevas especies.
El océano es inmenso, pero no infinito: la sobreexplotación de los recursos, la contaminación y la acidificación resultante del calentamiento climático ponen a prueba los ecosistemas y plantean problemas para nuestro propio bienestar.
El aumento del nivel de las aguas amenaza la vida de millones de personas y puede llegar a redibujar el mapa del mundo. Para aprovechar plenamente los recursos del océano, la humanidad debe invertir rápidamente y de forma masiva en ciencia e investigación.
Esta labor ha de ser necesariamente colectiva, puesto que el océano supera las capacidades de los Estados. De ahí la necesidad de mejorar la gobernanza, a fin de hacerla más inclusiva y adaptada.
A este respecto, el Pacto de los Océanos de las Naciones Unidas, puesto en marcha en 2012 por el Secretario General Ban Ki-moon a partir de una idea de la UNESCO, constituye una valiosa oportunidad.
Gracias a su potencial para la cooperación y el crecimiento, el océano es un elemento clave para la paz y el desarrollo sostenible en el siglo XXI. En ese periodo decisivo, la UNESCO se compromete a redoblar sus esfuerzos para poner la cooperación científica al servicio del océano.
Desde hace más de 50 años, la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO (COI) utiliza la ciencia para comprender y gestionar mejor los océanos. La coordinación del Sistema Mundial de Observación de los Océanos representa un avance espectacular en la cooperación científica mundial.
El Sistema de Información Biogeográfica de los Océanos (OBIS) ofrece una plataforma mundial para el intercambio de información y datos acerca de la biodiversidad marina. Gracias al establecimiento y la coordinación de los sistemas de alerta contra los tsunamis se han podido crear vínculos de solidaridad entre los Estados y se ha reducido la vulnerabilidad de la población ante los peligros del océano.
Pese a los problemas que quedan por delante, la conclusión es clara: juntos tenemos el poder de proteger el océano. El Día Mundial de los Océanos es la ocasión de darse cuenta de ello y de comprometerse en pro de la protección del océano, de donde procedemos y del que depende nuestro futuro.