La meningitis es una enfermedad mortal y debilitante, que afecta a personas de todas las edades en todo el mundo y que conlleva graves consecuencias sanitarias, económicas y sociales, pues recarga los sistemas de salud y genera gastos catastróficos para los hogares y las comunidades[1]. En esa línea, y a fin de erradicar la enfermedad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó esta semana la primera estrategia mundial contra la meningitis, cuya meta es salvar más de 200 mil vidas al año[2].
Esta hoja de ruta tiene como objetivos para el 2030 eliminar las epidemias de meningitis bacteriana, la forma más letal de la enfermedad; reducir las muertes en un 70% y el número de casos a la mitad; y disminuir significativamente la discapacidad causada por la enfermedad2.
En ese sentido, el Dr. Julio Tresierra, pediatra neonatólogo y gerente médico de Sanofi Pasteur, explica que, a escala global, la meningitis bacteriana provoca unos 250 mil fallecimientos al año. Además, puede ocasionar epidemias de rápida propagación, causar la muerte en 24 horas y dejar a una de cada cinco personas con discapacidades duraderas, como convulsiones, pérdida de audición y visión, alteraciones de la memoria, e incluso, trastornos emocionales.
“La meningitis meningocócica es una infección bacteriana grave de la membrana que rodea el cerebro y la médula espinal. Se transmite de persona a persona a través de gotículas de las secreciones respiratorias o de la garganta. Sin embargo, es prevenible mediante la vacunación”, afirmó el Dr. Tresierra.
Existen varias vacunas contra esta patología que protegen de distintos tipos de bacterias, entre ellas la antimeningocócica, la que protege contra el Haemophilus influenzae de tipo B y la antineumocócica2. No obstante, hasta septiembre de 2020, solo cuatro países de las Américas han incluido una vacuna contra el meningococo en sus esquemas de vacunación de rutina: Argentina, Brasil, Chile y Cuba3.
“Muchos casos y defunciones son prevenibles mediante la vacunación, pero la lucha para derrotar la meningitis está rezagada respecto a otras enfermedades inmunoprevenibles. Además, esta situación se agravó con la caída en las tasas de coberturas de inmunización a escala global ocasionadas por la pandemia de la COVID-19”, resaltó.
Si bien la meningitis afecta a personas de todas las edades, los niños pequeños son los más expuestos, y la mitad de los casos y defunciones se producen en menores de cinco años1. Asimismo, otro de los grupos de riesgo son los adolescentes y en adultos jóvenes[3], por ello se recomienda la vacunación especialmente en esta población[4].
Por último, el Dr. Julio Tresierra, pediatra neonatólogo y gerente médico de Sanofi Pasteur, advierte que, aunque la mayor cantidad de muertes por esta enfermedad se producen en el cinturón de la meningitis del África subsahariana, sigue siendo una amenaza para las Américas.
“Actualmente, la verdadera carga de la enfermedad meningocócica es subestimada en la mayoría de los países de la región, por registrar pocos casos. Sin embargo, debe ser considerada como una patología de alto riesgo, tanto por la rapidez con la que evoluciona como por sus consecuencias”, finalizó el gerente médico de Sanofi Pasteur.