Dicta el proverbio que “quien es agradecido en lo poco lo es en lo mucho”. Solo que con la actual generación de futbolistas de la “Sele” empezó al revés. Es decir, primero nos dio mucho en Brasil 2014 y hoy poco en Rusia 2018.
De suelo brasileño nos devolvimos a casa en el octavo lugar y sin conocer la derrota; hoy tras dos juegos (Serbia y Brasil) no conocemos el triunfo… Así es el fútbol, donde la pelota rueda y el resultado es incierto.
¿La Sele? Se pregunta hoy el país entero. Ya tendrán los responsables (federativos) la oportunidad de convertir la crisis en una oportunidad de cara a la construcción de un mejor futuro en la consecución de resultados. Esperemos así sea.
Mientras tanto, se vale ser agradecido. Sin tapar el sol con un dedo y menos ocultar la desazón por los resultados en Rusia 2018, es justo y necesario agradecer el aporte de la generación de Keylor, Bryan, Celso, Duarte, González, Gamboa, Oviedo, Campbell, Ureña, al posicionamiento del balompié tico -y el país en general- en la élite de la agenda mundial.
Hace cuatro años se nos hinchó el pecho de orgullo cuando nos cobijamos con la bandera del triunfo. Hoy sería injusto dejar huérfanos a quienes en su momento nos dieron honor.
La grandeza de nuestro país no está en la frialdad de un resultado deportivo, está en su sentido de solidaridad.
Hace cuatro años fuimos agradecidos en lo mucho. Seamos también agradecidos en lo poco. Ahí estará nuestro verdadero triunfo.