Un total de 40 mujeres de los cantones cartagineses de El Guarco y Oreamuno lideran una serie de proyectos ambientales y productivos con el apoyo del Instituto de Desarrollo Rural (Inder), los cuales fueron visitados este miércoles por el presidente ejecutivo de la institución, Harys Regidor.
Se trata un proyecto de microalgas, dirigido por 17 mujeres del distrito de Tobosi de El Guarco; una iniciativa de artículos elaborados a base de cabuya desarrollado por 12 emprendedoras de San Isidro de El Guarco y un invernadero impulsado por 11 productoras de hortalizas del cantón de Oreamuno.
El titular del Inder indicó que proyectos disruptivos de este tipo son los que la institución identifica y prioriza. «Esos que impulsan ideas innovadoras e incluso que generan empleos en la zona, con un enorme impacto positivo en materia ambiental y cultural y en la producción local», puntualizó Regidor.
A continuación un detalle de estos tres proyectos impulsados por el Instituto de Desarrollo Rural:
Microalgas. La utilización de microalgas que consumen dióxido de carbono del ambiente y liberan oxígeno, más rápidamente que un árbol, es el proyecto que desarrollan un grupo de 17 mujeres en Tobosi de El Guarco de Cartago, organizadas en la Cooperativa de Autogestión de Servicios Ambientales (CoopeAgir R.L.), con el apoyo del Instituto de Desarrollo Rural, Inder.
Trabajan en el desarrollo de contenedores de cultivos de esas microalgas que podrán ser ubicados en centros comerciales, establecimientos, agencias de vehículos, instituciones estatales y privadas, entre otros y que contribuirán a mitigar el calentamiento global.
«Se trata de lo que hemos denominado «smartrees», una alternativa para mitigar el dióxido de carbono en las zonas urbanas donde no existe la oportunidad de sembrar árboles que realicen este trabajo. Desarrollamos estructuras de 12 a 60 litros de capacidad que pueden absorber hasta 100 gramos de dióxido de carbono al mes. El objetivo es instalar doscientas estructuras que nos permitan fijar 120 mil gramos de oxígeno en el primer año», indicó María Martínez, gerente de CoopeAgir.
El Instituto de Desarrollo Rural (Inder) las apoyó en el establecimiento de un invernadero para el proceso con una inversión de más de ₡2 millones y se trabaja en la construicción de un laboratorio que permita desarrollar a mayor escala la iniciativa.
Rescate cultural de la cabuya. El uso de la cabuya era una empresa boyante en los años cincuenta y sesenta que se utilizaba para bolsas y mecates, entre otros productos, pero que desapareció con la llegada del plástico y otros materiales.
Hoy, un grupo de mujeres emprendedoras, junto al único portador de la tradición de la cabuya, don Juan Camacho Leiva, de ochenta años, rescatan su utilización.
Ellas elaboran souvenirs, bolsos, recuerdos, textiles y un sinnúmero de artículos, mediante el rescate del proceso para la extracción y utilización de este producto natural y que no contamina el ambiente, porque con el paso del tiempo llega a descomponerse. Se trata del proyecto «La cabuya cuenta» que desarrolla la Asociación de Mujeres Artesanas de la Cabuya, en El Guarco.
«El Inder nos apoyó con equipo industrial para el procesamiento del producto como una máquina desfibradora, de sublimado y una cocina de gas para teñir los productos que elaboramos y que vendemos en las ferias del agricultor y en nuestra tienda. Fue una inversión de más de ₡4,5 millones, que nos fue de gran utilidad», dijo Sonia Navarro, presidenta y fundadora de la asociación en la que participan 12 mujeres.
Producción agrícola a cargo de mujeres. Otro de los proyectos con liderazgo femenino en Cartago apoyado por el Inder es el que realizan 11 mujeres organizadas en la Asociación Mujeres Produciendo y Conservando (AMUPROYCO) de Oreamuno. Ellas siembran papas, cebollas, hortalizas y otros productos agrícolas.
A esta organización se le hizo entrega por parte del Inder de un invernadero para mejorar las condiciones de trabajo y producción de la iniciativa, con una inversión de más de ₡2 millones. Este módulo constituye una alternativa para mejor la calidad de vida de las familias beneficiadas. La segunda parte incluye la asignación de un terreno a la Asociación.
«Este invernadero nos va a permitir mejorar nuestros productos, tener un control más eficiente del ambiente y de las plagas. Lo que esperamos es poder aumentar nuestras ventas y ampliar nuestros mercados», indicó Flor María Mora, líder de la asociación que beneficia directamente a 11 afiliadas y sus respectivas familias.