El Centro Nacional de la Música (CNM) eligió en setiembre de 2013 al estadounidense, Carl St. Clair, como director de Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), debido a la trayectoria y experiencia del norteamericano, así como sus técnicas en dirección e interés por realizar un trabajo pedagógico a nivel orquestal.
St. Clair es, a la vez, director de la “Pacific Symphony” de Santa Ana, California, orquesta con la cual ha permanecido 24 temporadas como director y que llevó a nueve ciudades de Europa entre 2008 y 2009; giras en la que recibió críticas positivas de parte de los especialistas europeos.
-¿Cuál es su meta principal como director titular de la OSN?
Quiero compartir mi pasión por la música. Mi trabajo es ser un líder en cada sentido, caminar paso a paso con los músicos, ser el soñador, el visionario, el inspirador, el motivador. Quiero ayudar a que la OSN crezca de adentro hacia afuera.
Mi meta es establecer un estándar nacional de logros artísticos con la OSN, hasta convertirnos en la joya de la corona para que cada joven músico y cada uno de los involucrados con la cultura nacional, nos vea como un referente de excelencia. Quiero abrir los corazones y retar las mentes de los músicos de la OSN para que continúen desarrollando una cultura de pertenencia y orgullo.
-Esto se asemeja a una familia…
Definitivamente. Una de las razones por las que me siento tan honrado con esta posición es porque creo en la misión, no solo de la OSN, sino del Ministerio de Cultura y del país, de que todas las personas merezcan la oportunidad de acceder a la música, las artes y la cultura como un derecho.
-¿Qué puede aportar usted para que exista mayor acceso a la música sinfónica en el país?
Esta temporada haremos una gira a Limón, seleccionamos esta zona específicamente ya que se me indicó que es una de las regiones con menor exposición a la música clásica. Este es un ejemplo, además haremos conciertos en las sedes de la Universidad de Costa Rica. Otra propuesta son las tutorías de dirección; estoy realmente impresionado porque esperábamos a unas cinco personas y llegaron casi cincuenta, todos muy entusiastas, con mucha hambre de información de nuevas prácticas.
Generar mayor acceso siempre será un movimiento de constancia, esfuerzos continuos. No sucede de la noche a la mañana.
-¿Es la constancia uno de los valores que utiliza en su trabajo profesional?
La calidad, aspectos que tienen significado, potencial de importancia. Esto no son accidentes. Responden a un plan estratégico que va despacio pero continuo. Entendemos que tenemos que hacer esfuerzos concentrados, pero que las metas se consiguen poco a poco.
-En términos generales, ¿cómo valora la calidad de los músicos de la OSN en comparación con las orquestas internacionales?
En los últimos tres años que he visitado el país como director invitado, siempre me impresionó la disciplina y calidad de la OSN, aun después de tener un período importante sin un director musical.
Esto demuestra el carácter y el orgullo de la OSN, ellos mismos se forzaron a mantener la calidad y no se permitieron bajar el nivel, porque entienden su responsabilidad y su rol como modelo de calidad en la producción musical del país.
-¿Debe un director ser un buen maestro?
Creo que todos los excelentes directores en los que puedo pensar han sido también excelentes maestros. Pero se trata de cómo enseñas, no se trata de dar lecciones; se trata de compartir, colaborar, motivar, ser un equipo.
Ser capaz de impartir a los músicos lo que sabes acerca de una pieza, o lo que respetas de un compositor, en una forma en la que ellos quieran recibirla. Te presenta una disyuntiva en términos de que quien recibe lo que digo tiene el derecho de preguntarse si hay honestidad de propósito en mis palabras; si pongo a la música en primer lugar o si solo estoy pensando en mis necesidades como director. Sigo mi propio modelo de vida, que consiste en trabajar duro, ser siempre honesto, agradecido y mantenerse humilde.
-¿Cómo se siente en el país?
El verano pasado vine por tres semanas con mi esposa y mis dos hijos, porque quería que tuvieran la oportunidad de experimentar el país antes de aceptar el puesto como director. Fueron las vacaciones más maravillosa, pero no solo en términos turísticos, sino que nos sentimos seguros, en casa y en empatía con el espíritu de la gente.